miércoles, 20 de mayo de 2009

A un viejo Poeta

Ayer mi hermano me llamó al trabajo, sus palabras fueron “Mario Benedetti ha muerto”. Lo lamenté profundamente, aunque ya sabía que faltaba poco (había estado muy enfermo últimamente y ya tenía 88 años), la noticia me fue pesada y amarga. Sin embargo, no soy un tipo que entristezca con la partida de los grandes; con los que habiendo bien recorrido su camino nos dejan dedicada toda su vida en su paso por esta tierra.

Hace poco en este mismo espacio despedí alegremente al tío Lalo Parra, y otro mes antes a Pin Pon; entonces ¿por qué me entristece la noticia del descanso eterno de don Mario? Me lo pregunté toda la noche. Los periódicos de hoy por la mañana me hicieron entender el por qué. Con una foto suya todos anunciaban su muerte, haciendo reseña de su biografía, resumiendo sus cuentos, sus novelas, sus poemas, para luego darle tribuna a las bocas de los otros, a los que comentarán su primavera de esquinas rotas, su inventario y su tregua.

Ahí entendí mi tristeza, ¡cómo y cuanto hablarán desde sus cómodos puestos de su obra! “Que era comunista”, ¿y qué? “Que solo representaba a la clase media”, ¡miren que pecado! Raúl Zurita señaló que “como intelectual, es de lo mejor de América Latina, pero su poesía no me conmueve” A mí, un solo poema suyo, “Hombre que mira a su hijo” me conmueve más que toda la obra de Zurita.

No hablan del trabajo de un hombre, hablan de su vida, porque Benedetti puso su vida en lo que escribió, sus temores, sus dichas, su amor. Si eso a Zurita no lo conmueve, que se joda. Otro huevón de la Tercera, Juan Manuel Vial dice que “su poesía que apelaba a sentimientos políticos o a una melancolía difícil de tragar, no será valorada en el futuro” y que “su poesía adquirió ritmo de sonsonete meloso”. ¿Tiene algo de malo? Que se pudra bien podrido.

Benedetti ya se denunciaba antes a sí mismo, nunca ocultó sus defectos, nos habló de sus soledades, su melancolía, sabía que no era perfecto y tampoco quizo serlo. Fue vehemente en ocasiones, ¿o fue meloso cuando fustigó la condecoración de Pinochet con la medalla de artiga?

Solo fue un hombre hablándonos de su vida, escribiéndonos su memoria; y ahí están ellos haciendo un juicio de eso, de un hombre que solo quizo escribir y que no puede defenderse (ni creo que él quisiera). Y quien soy yo para defenderlo, soy solo un conserje dando la lata, aún así me gustaría decir que Mario Benedetti siempre ha estado presente en mi vida. Sus palabras fueron las que me abrieron los ojos al mundo, cuando aún adolescente solo veía la poesía con florcitas y corazones. Aprendí que también había poesía en los teléfonos y en las lámparas. Conocí una chica maravillosa un día, con un libro de Benedetti en la mano. Su poesía que nunca muere me hizo amigo de algunos para los cuales yo ya estoy muerto. Serrat, a quien admiro, ha cantado varias veces sus poemas y así entonces yo canto de cuando en cuando “El cuento es muy sencillo”. Benedetti me ha empujado muchas veces a escribir (esta es una más). Mis versos los he unido a los de él para decirle a mi esposa que la amo, con sus tréboles he acariciado el rostro de mis niños. Y hasta el otro día, me pareció haber visto a Avellaneda leyendo “La Tregua” de pie en el metro; llevaba un lindo vestido.

Me hubiera gustado despedirme de él como lo hice con mi viejo, con tranquilidad, con respeto, sin impotencia. Más que le voy a hacer, estoy triste, lamento su partida profundamente, sin embargo, no podría permitirle a mi tristeza guardar silencio, eso nunca Benedetti me enseñó “no tengo ganas de escribir, pero la letra avanza sola”.

A un viejo Poeta

Me gustó conocerte, viejo poeta
Saber de tu inventario
Atravesar contigo el Atlántico
Recoger tus adjetivos
Pude meterme en tu caracol de sueños
Me habitué en tu ciudad sola.

Me gustó conocerte, viejo poeta
La constancia de que existes
Llegó “enhorabuena” para mí.
Casi puedo beber contigo en Atenas
O asistir a la vuelta de Mambrú
Sin micrófonos o preguntas.

Miré de lejos tu mar
Tus señales de humo
Leí de cerca tu carta a un joven poeta
Y aunque sé bien que aquel no soy yo
Te la respondo.

Con mis respuestas al azar
Con mis cuentas claras
Mis especulaciones
Mi concordancia.

Me gustó conocerte, eterno poeta
Que alegría saber
Que no te sentiste huérfano
Nos hace bien a todos
A ti
porque dejas tu herencia
en el paréntesis de la vida
A mi
A nosotros
Porque abrimos tus puertas
Y nos encontramos
Porque abrí tus tréboles
Y los contesté

No hay comentarios:

Publicar un comentario