miércoles, 20 de mayo de 2009

Mario Benedetti, adiós al poeta del amor y del compromiso

Dicen que cuando una persona a la que queremos y apreciamos muere, algo de nosotros muere con esa persona.Y al decir “dicen”, digo “digo”. Quizás cometen el error de pensar en lo que realmente es para ellos esa persona, cuando ya no hay opción de decírselo, al menos de decírselo a la cara. Y al decir “cometen”, digo “cometo”. Y puede que, sin saberlo, haya personas en esta vida que les lleguen muy dentro, posiblemente personas que jamás conozcan. Y al decir “les lleguen”, digo “me lleguen”.

Paradojas de la vida, dicen que él, el poeta que tanto ayudó a enamorar, murió de amor. Y puede que sí, que en cuerpo Mario Benedetti falleciera el domingo tras una larga y molesta enfermedad intestinal. Pero en el fondo, todos sabemos que su alma empezó a morir cuando Luz -su compañera de vida, como a él le gustaba decir-, con quien compartió sesenta años de matrimonio, empezó a perder la conciencia por el alzheimer para acabar falleciendo hace tres años.

Porque él, como todos, tenía su propia utopía. Y porque yo, también como todos, tengo la mía. Porque cómo voy a creer que el mundo se quedó sin utopías. Cómo creer que la esperanza es un olvido o el placer una tristeza. Porque cómo voy a creer que el universo es una ruina -aunque lo sea-, o que la muerte es el silencio -aunque lo sea-. Cómo creer que el horizonte es la frontera, que el mar es nadie, que la noche es nada. Porque cómo voy a creer que tu cuerpo -compañero- no es más de lo que palpo, o que tu amor -ese tan remoto amor que me destinas- no es el desnudo de tus ojos, la parsimonia de tus manos. Cómo voy a creer que la utopía ya no existe, si vos, compañero dulce, osado, eterno… Si vos, sos mi utopía.

… Y al final uno aprende -qué le gustaba a él esto- que la vida es un regalo. Y que la muerte, dicho sea de paso, no lo es menos. Como él decía “después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida”. Esa vida que regala al leer cada una de sus obras. Porque el que lo da todo sin pedir nada a cambio, se merece un gran lugar allá donde haya ido.

Dicen que los poetas nunca mueren, que sólo fingen estarlo. Y al decir “dicen”, digo “digo”. Y digo que Mario Benedetti vivirá en cada una de las líneas que llevo guardadas en mi corazón. En cada uno de los cuentos que me hicieron ver la vida con otros ojos. Y en cada una de los versos, que escuchados de su propia voz, nos regalan calma, paz y armonía. En las lágrimas que caen por mis mejillas en este momento. Y en las que no caerán, al menos de forma visible. Porque este hombre, una vez me devolvió a la vida. Y porque de esa vida, ahora se me va un poquito con él. E igual que a mí, a muchos otros. Y si juntamos todos los poquitos de vida que se nos va a todos, él nunca se irá. Porque como dije, los poetas nunca mueren, sólo fijen estarlo.

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